‘Ya existíamos’. Artículo de opinión de Fernando Safont, alcalde de La Iglesuela del Cid y presidente de la Asociación Viento Alto

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Estos días los alcaldes y representantes municipales de los pueblos del Maestrazgo volvemos a ser objeto de prosaicos artículos de opinión, en los que no nos dedican palabras demasiado cariñosas. Este texto, para conocimiento de la diputada de Teruel Existe, Pilar Buj, lo estoy escribiendo según me dicta mi conciencia y corazón, se lo crea o no ella y sus huestes de seguidores, defensores todos ellos desde la distancia, del pueblo en el que vivo, de la comarca en la que trabajo y del entorno que me rodea cada mañana cuando salgo a la calle y a la carretera desde La Iglesuela del Cid.

Podría preguntarse la diputada si sus argumentos han convencido a los votantes del Maestrazgo en sucesivas convocatorias electorales. No demasiado a tenor de los votos. Quizá por eso levantan la voz, porque sus argumentos no nos han resultado demasiado convincentes a los que aquí vivimos.

Teruel ya existía antes de que llegase Existe. En La Iglesuela del Cid, que forma parte de ese Teruel que ya existía, la gente trabajaba en Marie Claire, en Vilafranca (Castellón), en una industria de la que salía agua tintada que iba a la depuradora. Para fabricar medias y calcetines el agua tiene un color azul, negro o granate y con esas medias muchos vecinos del Maestrazgo se ganaban la vida. Como toda industria no era inocua para la naturaleza. Hoy es más inocua simplemente porque no da empleos y está cerrada, bien que lo sabemos en La Iglesuela, donde más de una veintena de vecinos han ido al paro. Es lo que debe querer la señora diputada y también lo que desean los opinadores que envían sus escritos al periódico estos días.

En 2005 Teruel ya existía, y junto a La Iglesuela del Cid, Tronchón o Bordón (pueblos de Teruel) instalaron aerogeneradores. Los vemos cada día desde Teruel, sólo que están en Castellón. En La Iglesuela del Cid o Cantavieja varios vecinos y familias dependen de los parques eólicos de Castellón porque trabajan en las tareas de mantenimiento de estas torres, molinos o monstruos, llámenle como quieran. Gracias al empleo que han encontrado viven aquí, han formado familias y sus niños van al colegio. Cuando las torres de cien metros de altura llegaron a Castellón nadie en Teruel dijo ni mu. Será que el paisaje empieza o se termina en el límite de frontera del puerto de las Cabrillas, en el barranco de San Juan o Puente Vallés. Cada mañana, cuando voy desde La Iglesuela del Cid a Cantavieja veo los aerogeneradores ya colocados. Sí, los veo ya, están en Portell, el pueblo de Castellón que limita con La Iglesuela y Cantavieja.

¿Teruel Existe diría no a Motorland, al aeropuerto, a las industrias de Cella, a la electrificación de la línea Sagunto-Teruel-Zaragoza, a la Opel de Figueruelas…? Pues vete tú a saber, quizá dirían no, y luego ya buscarían el argumentario para decir no. No porque no, como un niño de cuatro años que no quiere verdura y cuando crece se la come bien a gusto.

Estos días la que se ha llevado la parte ha sido la alcaldesa de Mirambel, mi compañera y amiga Mari Carmen Soler. Mari Carmen es valiente, decidida, consecuente y cabal, mucho más que los que le han dedicado palabras nada bonitas. En otras ocasiones quien suscribe ha sido el centro de la diana. A la señora Buj y a sus escribas no les vamos a negar el entretenimiento si desean dedicarnos sus escritos. Si en lugar de dedicarnos su afinada prosa hiciesen cada mañana el recorrido entre La Iglesuela y Portell verían que los aerogeneradores ya están ahí. Si prefieren hacer el recorrido entre Olocau del Rey y Tronchón también los verán, y si les gusta más ir hacia Bordón también los tendrán bordeando la carretera. Nosotros los vemos desde hace 20 años. Ellos lo han descubierto ahora. América ya existía antes de que llegase Colón.