Un viaje de leyenda por Culla

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Un viaje de leyenda por Culla
Un viaje de leyenda por Culla
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Un castillo de película para los amantes de la historia y las leyendas. Entre hermosos paisajes en el Alt Maestrat castellonense se encuentra la localidad de Culla. Por ella, han pasado decenas de civilizaciones y culturas. Y, eso, queda más que patente cuando uno la conoce. Este municipio fue en el medievo el centro neurálgico de la vida en la comarca. La fortaleza musulmana era la pieza clave de la Setena de Culla, una agrupación de las actuales localidades de Culla, Vistabella, Benassal, Vilar de Canes, Atzeneta, la Torre d’en Besora y Benafigos.


Pero su historia se remonta mucho más atrás. Los restos más antiguos encontrados se tratan de pinturas rupestres pertenecientes a la prehistoria. Sin embargo, el actual municipio de Culla se asienta sobre el antiguo castillo y las leyendas que lo rodean. Así, lo primero que debe saber cualquier viajero es que Culla formó parte de los reinos musulmanes hasta principios del Siglo XIII cuando fue reconquistada, en 1233, por Don Blasco de Alagón. Se dice que la situación del Castillo de Culla era esencial en la península, por lo que los caballeros templarios deseaban que pasase a formar parte de sus posesiones. Así, tras años de intentos fallidos de unir Culla a los asentamientos de la orden religiosa, ésta fue vendida en 1303 a la Orden del Temple y, tras su desaparición, pasó a depender en 1317 de la Orden de Montesa.

Una forma única para conocer la ruta templaria y saber más sobre el paso de sus caballeros por la provincia es realizar las rutas de “Territorio Templario” que, impulsado por la Diputación de Castellón, da la oportunidad al visitante de conocer bellos lugares que fueron en su día lugar de residencia de los caballeros templarios. Así, partiendo desde el Castillo del Papa Luna en Peñíscola, podemos realizar dos rutas que nos llevarán al casco antiguo de Culla: una diurna, “Culla 700 años” y otra nocturna, en la que la luz de la luna nos acompañará en nuestro viaje.

Algunos dicen que el interés de los templarios por Culla era más que puramente estratégico y su paso por el municipio está lleno de mitos y leyendas que pueden dar forma a una ruta diferente llena de magia y fantasía.

En este viaje, recorremos pues, los puntos del municipio marcados por la historia o el relato. Nuestra primera parada es la Ermita de San Cristóbal. Se cuenta que ésta se asienta sobre la antigua ermita de Nuestra Señora de Gracia y que debe su nombre a un noble caballero templario con el corazón roto. Don Cristóbal Asens, el que se dice era el nombre de nuestro caballero, cayó perdidamente enamorado de una joven musulmana. Fiel a sus votos partió con su orden, no sin antes prometerse amor y fidelidad eterna con la joven. Al volver a Culla, al manantial en Moncatí que era testigo de su amor y su promesa, vio en el agua que su amada no había cumplido con su parte. Así, hizo camino hasta la ermita, en la que en un acto de amor eterno se quitó la vida. Poco después, el Gran Maestre de la Orden ordenó derruir la vieja iglesia para construir una mayor: la actual Ermita de San Cristóbal, cuyo nombre es un homenaje y un recuerdo al caballero templario de nuestra leyenda.

En Culla, nada es lo que parece a simple vista. Una fuente, o lo que en apariencia no es más que eso, resulta ser el presumible asentamiento del antiguo cementerio, ya que han encontrado restos de lápidas medievales con la cruz de la Orden de Montesa gravada y, según las costumbres de la época, la teoría más aceptada es que el campo santo se hallaba en el mismo lugar. Por este motivo, cada viernes y sábado de la Semana del Corpus Christi desde el Siglo XIV se realiza una procesión de rogativas de Culla a Sant Joan de Penyagolosa que, atravesando el barranco de Monlleó y a su vuelta al pueblo, sube por el Carrer de la Font y a su llegada al antiguo cementerio, canta un responso a los difuntos. La leyenda vuelve a cobrar fuerza en este rincón de Culla, ya que se dice que la fuente oculta la salida secreta de un túnel que comunicaba directamente con el castillo.

Además, si lo que te gusta es seguir un buen misterio debes estar atento en cada fachada. Muchas de las piedras utilizadas en la construcción de los edificios fueron reutilizadas de monumentos derrocados. Por ello, no es difícil encontrar mensajes ocultos en las paredes y baldosas.

Otro punto de visita obligada es el Molí de l’Orde, situado en la zona del río Molinell, hoy en día convertido en Centro de Interpretación y perfecto para enseñar a los más pequeños cómo se conseguía la harina para hacer pan. Antiguo molino harinero del Siglo XIV, perteneció a la Orden de Montesa, cuyos escudos todavía pueden verse en las paredes.
El viaje por Culla es intenso y lleno rincones por explorar. El casco antiguo del municipio es Bien de Interés Cultural desde 2004 y completamente rehabilitado ofrece a los visitantes un experiencia única que permite conocer lugares como la antigua Prisión de los siglos XIII y XIV también conocida como el Granero del Comendador, el mirador de Terrat, el carrer Plà –vía principal del pueblo durante la Edad Media- o el Pelleric, lugar en el que se cuenta se castigaba a quienes cometían crímenes menores.

También tenemos la Carrasca de Culla, situada a 4 km del municipio, en la carretera que une Culla con la Torre d’en Besora. Un árbol milenario que fue declarado, por su majestuosidad y antigüedad, árbol monumental de la Comunitat Valenciana. Según cuenta la leyenda, sus 20 metros de altura, 7 metros de circunferencia de tronco y 35 metros de diámetro de las ramas, servían de cobijo para una compañía del ejército durante las Guerras Carlistas. No podemos olvidarnos de las minas Victoría y Esperanza, tan importantes como fueron para las gentes del pueblo durante el siglo pasado, como parada fijada en nuestra ruta. Bajo duras condiciones de trabajo, los mineros extraían el hierro de las seis galerías que conforman las minas y que, posteriormente, era llevado a Sagunto para su fundición.

No podemos finalizar nuestro viaje por Culla sin probar alguno de los productos típicos de esta tierra. El tombet de cordero, un exquisito guiso de carne, la trufa de temporada utilizada como elemento principal o acompañamiento de grandes platos, frutos secos como las almendras o las avellanas tanto en platos dulces como salados, el aceite de oliva y la miel son algunos de los manjares con lo que nos encontramos en los restaurantes y tiendas de alimentación del municipio. Es fácil que acabéis tan enamorados de estos productos que no queráis acabar vuestra visita sin adquirir alguno de ellos para utilizar en casa o regalar a familiares y amigos.

ASÍ ES CULLA

Recorrer esta localidad de l’Alt Maestrat es sinónimo de hacer un recorrido por nuestra historia

Durante el siglo pasado, los vecinos de Culla trabajan en la mina Victoria-Esperanza para la extraer hierro