Fotos. Emoción a flor de piel en el regreso de la Sanantonada de Mirambel

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El pueblo de Mirambel ha celebrado este fin de semana su tradicional San Antonio, con aforo completo en todos los actos que regresan tras ocho años. Reparto de coquetas, bendición de animales, representación de la vida del santo, hoguera y ajuste de peones para devolver la Sanantonada al pueblo por todo lo alto. La obra, que se representa cada cuatro años, llevaba sin realizarse desde 2015 por la situación sanitaria. Pese a ello, la espera ha valido la pena, y las ganas e ilusión de los cuquillos han sido tangibles, abrazando las costumbres que les han visto crecer.

La fiesta ha arrancado con la montada de la hoguera en la plaza, la barraca con la brosta y las zocarras para asar la carne. Tras una comida para recargar energía y aprovechar el buen tiempo, comenzaba la fiesta.


A las seis de la tarde, en el edificio de la Asociación Cultural, antigua escuela de niños, se repartieron las coquetas. Más de 200 pasteles de alma artesanales, acompañados de mistela, para todos los ahí presentes. Ya en las puertas de la Iglesia, inició la bendición de los animales, así como la representación de San Antonio. Iluminados por los portadores de la tea, los vecinos y visitantes pusieron rumbo a la plaza en un camino por las calles de la villa medieval.


Luces, cámara y acción

Ya vestidos con los atuendos y a gritos de ‘Viva San Antonio’ y ‘Viva Mirambel’, los actores se lanzaron al escenario, para vivir uno de los momentos más especiales para los ahí presentes.

Lucifer, los demonios, el payaso, la dama, el ángel, el pastor, la botarga, la agostera y como no, San Antonio, con la emoción a flor de piel y algo de nervios, brillaron sobre el escenario. Los actores estaban engalanados con unos trajes, que, aunque renovados, conservan su esencia. Llamativas indumentarias de los demonios y del resto del elenco con mucha historia y siglos de actuaciones detrás, algunos de los trajes también con un relevo generacional.

Empieza la función, y con ello, cientos de caras expectantes en una plaza donde no cabía un alfiler.

«La cultura está aquí, en las plazas de los pueblos y en manos de actores que, aunque no profesionales, ponemos todo el corazón»

Javier Ferrer, que representa al santo por novena vez, subraya el trabajo que conlleva la obra. «Que 18 personas en un municipio de 120 habitantes estemos sobre el escenario, dice mucho del pueblo, y detrás hay más de 40 personas trabajando… Llevamos ensayando desde noviembre, con actores que venían a posta desde otras ciudades, pero San Antonio se vive desde la cuna y es todo un placer ver el resultado». Ferrer, que en su papel se ve abordado por los demonios hasta su trágico final en la hoguera, también remarca la importancia de la obra: «Hay cultura en los cines y teatros, pero sobre todo está aquí, en las plazas de los pueblos pequeños, donde actores amateurs se dejan la piel por algo que es parte de nosotros».

Sus compañeros de reparto también inciden en la implicación sentimental que lleva la Sanantonada. «Verte en el papel en el que hace años estaban tus padres emociona, es algo muy nuestro que lo llevamos en las venas, pero si no lo vives, es difícil de explicar», apunta emocionado Juanjo Ferrer, que además de la organización general del día y el montaje de la hoguera, encarna el papel de demonio.


Seis siglos de historia

La obra, documentada desde 1415, representa la vida de San Antonio Abad, patrón de los animales. En la función, el santo renuncia y triunfa a las tentaciones, encaradas por la dama y los demonios. El guion, con seis siglos de antigüedad, surge a partir de un texto en la iglesia ya desaparecido y anotaciones guardadas.

«Dicen que van a poner molinos, pero en Mosqueruela nos llevan años de ventaja porque tienen mucha alta tensión. Y en la Mata, como se quejaron, se han quedado solo con el Molinet»

Entre aplausos y alguna lágrima de la emoción, del público también se escapó alguna risa, y es que el pastor, con mucho ingenio y de forma cómica, recordó las últimas novedades de la comarca y de sus vecinos. Menciones a la instalación de aerogeneradores, obras vecinas como la depuradora de Cantavieja, y como no, recuerdos a los habitantes del pueblo y también a sus representantes. «Dicen que van a poner molinos, pero en Mosqueruela nos llevan años de ventaja porque tienen mucha alta tensión. Y en la Mata, como se quejaron, se han quedado solo con el Molinet», recitaba Camilo Marín entre pausas por los fuertes aplausos de los espectadores.


La escenificación finalizó con el encendido de la hoguera, y tras ello, la siembra y ajuste de peones, cuando los demonios negociaron con la patrona su jornal.

Ya por la noche, muchos vecinos cenaron en el pabellón, donde la comisión de fiestas preparó bocadillos, para concluir el día con disco móvil. El domingo fue el turno de la misa en honor al santo, con la tradicional tranza de productos cedidos por los vecinos para financiar la fiesta.


Tradición y renovación en un trabajo cooperativo que ve sus frutos

La celebración evoluciona, y por ello, cada vez también las mujeres cobran mayor protagonismo en la fiesta, representando papeles tradicionalmente masculinos como el sembrador, capataz o payaso, además de montar la hoguera. Es el caso de Yolanda Miralles, quien, como su madre hace años, se engalanó de tentadora. También Ana Altaba como capataz, Cristina Dalmau en el papel de sembrador o Noelia Domingo, que encarnó al payaso, presentador de la obra, aunque ha participado desde los 11 años en distintos papeles.


Desde el Ayuntamiento, contentos y muy orgullosos por el desarrollo de la fiesta, agradecen el trabajo realizado a la Asociación Cultural, actores y miembros de San Antonio y a la Comisión de Fiestas, así como a todos los asistentes. «Gracias a todos los voluntarios que hacéis posible que la fiesta, patrimonio inmaterial y seña de la identidad mirambelina perdure, y también con ella, nuestras tradiciones», señala Mari Carmen Soler, alcaldesa del municipio. Para conservar el bien del pueblo, el Área de Patrimonio de la Comarca del también ha querido documentar en vídeo y fotografía, para que perdure con el paso del tiempo.

El compromiso y vínculo hacia el pueblo fue el resultado de un fin de semana único cargado de tradición, historia y alegría, asegurando la continuidad de una fiesta a la que le queda cuerda para rato. Y es que un pueblo que recuerda de donde viene nunca morirá, por eso, a Mirambel, con la vista al pasado y también al futuro, le auguran muchos años de san antonios, celebraciones y puertas abiertas.