Catí, una joya medieval entre naturaleza

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Catí, una joia medieval entre naturaleza
Catí, una joia medieval entre naturaleza
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Uno de los rincones más hermosos, tranquilos e históricos de l’Alt Maestrat es la localidad de Catí. El municipio goza de un marcado carácter medieval que todavía hoy en día se ve a simple vista, ya que las calles siguen dispuestas tal y como se pensaron siglos atrás.


Habiendo formado parte de los reinos musulmanes antes de la reconquista y conservando edificios y entramados del pasado, Catí fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1979 y Bien de Interés Cultural en 2004.

Entre los edificios medievales a los que hay que guardar especial mención cuando se visita Catí se encuentra la Iglesia Parroquial a la que se accede por la plaza Mayor. Este edificio, que por su fachada y puerta sencillas simula no esconder grandes misterios, guarda valiosos tesoros entre sus muros. La Iglesia Parroquial catinense posee uno de los retablos pintados del siglo XV más valiosos de la provincia, ya que su autoría se atribuye al artista valenciano Jacomart, quien era el pintor de Alfonso V. Al visitar Catí, no puede faltar una parada para contemplar los cuidados detalles del retablo de San Pedro Mártir, también conocido como retablo del Espígol, dedicado a San Lorenzo y a San Pedro de Verona.

Si el interior del templo santo guarda un pedazo de historia, sus alrededores son historia con mayúsculas. Así, la abadía edificada al sur de la iglesia fue construida en 1376 por el cura Pedro Durán y la Torre, que se encuentra en la plaza mayor y fue en su día punto estratégico fundamental en el municipio, enmarcan la bella Iglesia Parroquial.

Adyacente a ella encontramos la Casa de la Villa, edificada en el año 1428 y que sirvió de punto de reunión del Concejo y de amantes al teatro, debido a que entre las paredes de su salón se representaban las comedias. Separada de ésta por el “carreró del vent” tenemos la Casa Miralles, datada en 1455. La Casa de los Monserrat, contigua a éstas, es otro de los ejemplos del trabajo de los canteros y del manejo de la piedra en la construcción en el siglo XV.

No podemos visitar Catí sin hacer una parada en la ermita de Nuestra Señora del Pilar. Emplazada en la Vall de Catí, fue construida en el siglo XVII y ha tenido diferentes usos además de templo santo, como el de escuela rural. Anexa a ella, se encuentra la casa del ermitaño. Se cuenta que la actual ermita de Nuestra Señora del Pilar se asienta sobre el lugar en el que dos siglos atrás había predicado San Vicente Ferrer. Siguiendo nuestra ruta, a menos de un kilómetro del municipio nos topamos con la ermita de Santa Ana, una pequeña edificación del año 1441 que es una de las más acabadas y mejor conservadas de la zona.

Aprovechamos que hemos abandonado el núcleo urbano del municipio para visitar el entorno de l’Avellà y disfrutar de una relajante jornada en el balneario. La ermita de l’Avellà se encuentra a unos 5 kilómetros de Catí en la Sierra que lleva su mismo nombre y al norte del Tossal de la Nevera. Desde hace siglos, se habla de las propiedades curativas y milagrosas de las aguas del manantial de la Font de l’Avellà.

Cuenta la leyenda que allá por el año 1540 bajaban una mujer anciana, ciega, y una niña por el camino que va del Peironet hacia Salvassòria para pedirle ayuda a Santa Lucia. A su paso por la fuente, escucharon una voz suave, la voz de la virgen, diciéndole a la anciana que se lavara en las aguas de la fuente. Tras hacerlo, la mujer recuperó la vista y la salud y fue a contar a sus vecinos lo que acababa de ocurrir. En ese momento, todo el pueblo marchó en procesión hasta el lugar del milagro y comenzaron a edificar una pequeña capilla para dar cobijo a la imagen de la Mare de Déu de l’Avellà que había sido encontrada tiempo atrás en la zona.

Con el paso de los años, la ermita ha sufrido diferentes cambios y ampliaciones. En el siglo XVIII se comenzó la construcción de la actual edificación y las mejoras de sus retablos y pinturas, algunos de los cuales, no han llegado hasta nuestros días ya que fueron destruidos durante la Guerra Civil.

En el entorno también encontramos la Casa de Baños de Catí, un lugar perfecto para relajarse y disfrutar de los diferentes tratamientos que se ofrecen con el agua del manantial. Además, hoy en día el viaje hasta el paraje de l’Avellà es mucho más sencillo que antaño, gracias a la construcción en los años 50 de un túnel y carretera que unen la población con el paraje. Esta construcción no solo supuso un avance en las comunicaciones sino que, además, desde ese momento la tradicional romería al paraje trascurre por el túnel y no por la zona montañosa.

La Romería de Sant Pere, que va desde Catí hasta Castellfort, es posiblemente una las más singulares y antiguas de la provincia, ya que los primeros documentos sobre su realización se remontan hasta el año 1321. Dos días de caminata, que en sus comienzos solo podían realizar los hombres, y que hoy en día realizan vecinos y turistas sin importar su edad, género o raza.

No podemos acabar nuestra visita por Catí sin probar alguno de los platos típicos del municipio. Entre las elaboraciones saladas más tradicionales nos encontramos con el tombet de liebre, la olla catinenca, la carne masovera, las setas al horno o las pelotas de carnaval. Cuando pasamos al postre se hace difícil escoger con qué nos quedamos… pastissos de Catí, coca celestial, almendrados, primas o rollitos de aguardiente son solo algunos de los suculentos dulces que podemos degustar. Si lo que preferimos es adquirir algún producto para llevarlo con nosotros a casa siempre podemos decantaros por alguno de los deliciosos turrones o mazapanes que se elaboran en el municipio o, como no, por comprar algún Queso de Catí. Éstos, siguen elaborándose de manera tradicional, se comercializan a nivel internacional y son poseedores de varios premios y sellos de calidad.

ASÍ ES CATÍ

El casco urbano histórico-medieval nos transporta al pasado con cada paso. El túnel nos permite acceder a la ermita de l’Avellà. En el término municipal las ermitas aparecen antre nuestra vista en valles y cimas.

El retablo de Jacomart es uno de los más valiosos de la provincia

El entorno natural de Catí nos envuelve en paz y tranquilidad

Quesos de Catí mantiene la tradición en la elaboración de sus productos