No hay viaje por el Alt Maestrat que se precie sin una parada en Benassal. Siendo sus aguas conocidas por sus altas propiedades curativas, esta localidad fue territorio islámico hasta la Reconquista, cuando pasó a manos de los cristianos.
Se sabe que Benassal fue asentamiento de poblados paleolíticos gracias a las pinturas rupestres encontradas en el Racó de Nando. Este hermoso rincón que nos transporta a la prehistoria, se halla en un abrigo rocoso que forma un semicírculo en un meandro del Barranco de Monlleó. En él, encontramos una veintena de dibujos de nuestros antepasados, en tonos rojizos y negros, entre los que no podía faltar al arquetípico arquero que representa a los hombres prehistóricos que habitaron en la provincia.
Siguiendo nuestro recorrido por el término de Benassal, antes de adentrarnos en el casco urbano y antiguo del municipio, debemos visitar la antigua Escuela del Canto. Este emplazamiento, actualmente restaurado, fue el centro de escolarización de los niños que vivían en las masías más alejadas del núcleo poblacional. Siendo un edificio sencillo, en el que se encontraban la escuela y la casa del maestro, estuvo en activo de 1932 a 1973.
El siguiente paso es visitar las ermitas de Sant Roc i Sant Cristòfol. La primera, cuya construcción comenzó en el año 1557, ha sido cambiada y restaurada con el paso de los años debido a las destrucciones sufridas en la Guerra de Sucesión y la Guerra Civil. Cada 16 de agosto se realiza una romería hasta Coll d’en Timor, lugar de emplazamiento de la ermita. La segunda, la ermita de Sant Cristòfol patrón de la localidad, fue construida en 1372 sobre una antigua mezquita y, al igual que ocurre con la de Sant Roc, ha sufrido cambios y reconstrucciones con el paso del tiempo. La ermita de Sant Cristòfol se encuentra en un enclave único, en la cumbre de Moncàtil a 1.117 metros de altura.
Bajando de las alturas, nuestra siguiente parada será el Bosque del Rivet. Con 16 hectáreas de bosque de roble valenciano fue declarado en 2005 paraje natural municipal. Su visita es una experiencia única, difícil de repetir en otro punto, ya que en la actualidad existen contados enclaves donde se mantengan las plantaciones de la flora autóctona de roble valenciano.
La calidad de los bosques en Benassal también puede apreciarse –y visitarse- en las plantaciones de avellanos. El término municipal es rico en la producción de avellanas, un fruto seco muy preciado en la zona con el que se elaboran grandes platos tanto dulces como salados.
Llega el momento de que hagamos parada en el casco urbano de Benassal y un alto en el camino para adquirir o probar platos o dulces elaborados con avellanas o queso de la tierra, así como degustar manjares típicos como el Tombet, la Olla, las Pelotas de Carnavales o el Ajo Arriero. A continuación, es el turno de visitar el Castillo de la Mola. Este emplazamiento tuvo gran importancia tras la reconquista y, en él, podemos apreciar tanto vestigios del arte islámico como del cristiano. El actual edificio de La Mola, fue construido entre 1240 y 1250, para ser la residencia de Berenguer de Carratalà, quien quedó al mando del municipio después de que Jaime I, por mediación de Don Blasco de Alagón, otorgara a Benassal su Carta Pobla en 1239. Siendo utilizado en sus comienzos como casa capitular, consta de iglesia y cementerio. Junto al edificio encontramos un parte de la antigua muralla y un portal de acceso, el Arco de la Mola, de origen árabe.
Al visitar el Castillo de La Mola contemplamos una pieza de nuestra historia que nunca ha estado en desuso. Ha sido escuela, ayuntamiento y vivienda de varias generaciones. Hoy en día, la antigua sala capitular, en la planta alta, acoge al Museo Arqueológico de l’Alt Maestrat en el que nos encontramos con restos que van desde el 8.000 a.C. hasta el siglo XIII.
Los restos de la primitiva Benassal también nos deleitan con otras majestuosas edificaciones como el Forn de Dalt, un horno de estilo gótico del siglo XIV; la Iglesia de la Asunción que aun siendo parcialmente derribada por un bombardeo en la Guerra Civil todavía conserva parte de su esplendor del pasado con un pórtico barroco de 1677; la Torre Redona y el lienzo de la Muralla, declarados Bien de Interés Cultural; o la Casa Abadía.
Sin duda, si hay por algo por lo que es conocido Benassal es por la calidad del agua de su manantial: Font d’en Segures. Desde hace siglos, personajes ilustres viajaban a Benassal en busca de mejorar su salud gracias a las propiedades del agua benasalense. Se dice que el Agua de Benassal, por su concentración en minerales, es ideal para las personas con dolencias de riñón. Además de la hermosa construcción rocosa que envuelve a la fuente y la plaza Font dels Xorros construida por Vicente Traver tras la Guerra Civil, este paraje de excepción es perfecto para tomarse un descanso de la rutina y relajarse en las instalaciones del balneario.
Ahora lo único que queda por decidir es cuando conocer Benassal. Aunque cualquier momento es bueno, si quieres que tú experiencia sea un poco diferente, puedes escoger alguna de las festividades locales. Así, la fiesta de Sant Antoni y sus grandes hogueras te darán la oportunidad de conocer –y aprender- los pasos del Ball Pla, propio del folclore de la zona y que aún hoy en día se aprende en Benassal. Otro momento para visitar la localidad está relacionado con el ajo arriero. Se recuperó en 1989 y desde entonces, la Fiesta del Ajo o Entrada de la Tea es una de las celebraciones más importantes de los Carnavales. Finamente, las fiestas patronales en honor a Sant Cristòfol y Sant Roc llenan la última semana de agosto de actividades para todas las edades.