Llega el mes de septiembre y con él se inicia el nuevo curso escolar, un momento que invita especialmente a reflexionar sobre los hábitos de vida entre la población infantil y las implicaciones que tienen en la salud de los niños y niñas, no solo en su presente, sino también en su futuro. Diversos estudios científicos confirman que la prevención instaurada desde la infancia es fundamental a la hora de evitar, o al menos minimizar, el riesgo de aparición de determinadas enfermedades en la vida adulta.
En este sentido, existe evidencia incluso de que la osteoporosis, una de las enfermedades reumáticas más frecuentes y que incide mayoritariamente en mujeres, se puede prevenir desde la infancia con una nutrición equilibrada y adecuada, puesto que el pico de masa ósea se alcanza en torno a los 25 años de edad. De ahí que los hábitos alimenticios y deportivos puedan llegar a ser determinantes a la hora de llegar o no a desarrollar una osteoporosis.
Una parte importante de las enfermedades de alta prevalencia, como la hipertensión arterial, los problemas relacionados con los lípidos (colesterol y/o triglicéridos), la diabetes, la artrosis o la osteoporosis, pueden relacionarse con el estilo de vida de las personas. Por ello, es clave que formemos y eduquemos a los niños y niñas en la adopción de hábitos saludables, de manera que se reduzca la probabilidad de tener alguna de estas enfermedades cuando alcancen su edad adulta.
Y es que la salud musculoesquelética guarda una estrecha relación con el mantenimiento de una dieta adecuada, que esté basada en los pilares básicos nutricionales mediterráneos y con la práctica de ejercicio físico regular. La ventaja de adquirir éstos hábitos de manera precoz es que cuando el niño alcance la edad adulta no verá esos hábitos como un sacrificio, sino como algo normal en su día a día. Además, cabe destacar que la dieta mediterránea es la que más evidencia científica tiene a sus espaldas.
En lo que se refiere a la práctica de ejercicio, como recomendación general, resulta conveniente respetar los gustos y preferencias de los niños a la hora de practicar deporte. Asimismo, es igualmente importante que se anime a los pequeños a practicar distintos tipos de deportes, fomentando y estimulando aquellos que más les gustan, ya que está demostrado que al probar distintos deportes se educan distintos patrones de movimiento. El deporte además promueve el desarrollo psicoafectivo y la autoestima, enriqueciendo un entorno de vida saludable para él. Así la práctica deportiva y una nutrición adecuada redundarán en una mejor salud del niño y del adulto en el futuro, por lo que ambas cuestiones deben formar parte de los hábitos saludables en la vida de las personas.
En conclusión, estamos en un momento de cambio y muchos inicios, que pueden ser el momento ideal para reflexionar e implantar en los niños y en los adultos, unos hábitos de vida que no sólo retrasen la enfermedad, sino que fomenten la salud. Para ello, debemos acercarnos lo máximo posible a nuestra dieta, la mediterránea, y alejarnos de todos esos alimentos hipercalóricos que la industria actual pone delante nuestro. Además, es momento de descubrir y fomentar el ejercicio físico en cualquiera de sus formas y aprovechar la oportunidad de compartir esos momentos en familia o con amigos, porque nunca es tarde para empezar esta aventura.
Jorge Juan Fragío Gil
Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Valenciana de Reumatología